Cosechando el mar en lanchas amarillas

La Argentina, conocida en el mundo por sus cereales y carnes, es también un país pesquero. Su litoral marítimo de unos 4500 km, que se extienden desde el Río de la Plata hasta el Cabo de Hornos, se multiplica en una zona económica exclusiva cercana al millón de kilómetros cuadrados. Si sumamos a esto las condiciones ecológicas que permiten la fertilidad de la biomasa de esos mares, Argentina completa un complejo pesquero rayano en lo ideal. Como contracara, se trata de un país con uno de los consumos de pescado más bajos del mundo. Tanto la población originaria, como la descendiente de la ocupación colonial o la inmigración recibida desde mediados del siglo XIX, han preferido obtener sus proteínas animales de las carnes rojas. Sin embargo, a principios del siglo pasado, una serie de circunstancias se asociaron para suscitar la actividad pesquera marítima en la ciudad turística de Mar del Plata. Su puerto, nacido para la exportación de productos agrarios, se transformó en el asiento de una muy pujante industria pesquera. En el presente libro reconstruimos este proceso de conformación de una comunidad, de una economía y de una cultura pescadora en un país que no consume pescado.